Job

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1Había en la tierra de Hus un hombre llamado Job. Era justo, honrado y temeroso de Dios y vivía apartado del mal. 2Tenía siete hijos y tres hijas. 3Poseía siete mil ovejas, tres mil camellos, quinientas yuntas de bueyes, quinientas burras y una servidumbre numerosa. Era el más rico de los hombres de Oriente. 4Sus hijos solían celebrar banquetes, cada uno en su día, e invitaban a sus tres hermanas a comer con ellos. 5Terminados esos días de fiesta, Job los hacía venir para purificarlos; madrugaba y ofrecía un holocausto por cada uno, por si habían pecado maldiciendo a Dios en su interior. Job hacía lo mismo en cada ocasión. 6Un día los hijos de Dios se presentaron ante el Señor; entre ellos apareció también Satán. 7El Señor preguntó a Satán: «¿De dónde vienes?». Satán respondió al Señor: «De dar vueltas por la tierra; de andar por ella». 8El Señor añadió: «¿Te has fijado en mi siervo Job? En la tierra no hay otro como él: es un hombre justo y honrado, que teme a Dios y vive apartado del mal». 9Satán contestó al Señor: «¿Y crees que Job teme a Dios de balde? 10¿No has levantado tú mismo una valla en torno a él, su hogar y todo lo suyo? Has bendecido sus trabajos, y sus rebaños se extienden por el país. 11Extiende tu mano y daña sus bienes y ¡ya verás cómo te maldice en la cara!». 12El Señor respondió a Satán: «Haz lo que quieras con sus cosas, pero a él ni lo toques». Satán abandonó la presencia del Señor. 13Un día que sus hijos e hijas comían y bebían en casa del hermano mayor, 14llegó un mensajero a casa de Job con esta noticia: «Estaban los bueyes arando y las burras pastando a su lado, 15cuando cayeron sobre ellos unos sabeos, apuñalaron a los mozos y se llevaron el ganado. Solo yo pude escapar para contártelo». 16No había acabado este de hablar, cuando llegó otro con esta noticia: «Ha caído un rayo del cielo que ha quemado y consumido a las ovejas y a los pastores. Solo yo pude escapar para contártelo». 17No había acabado este de hablar, cuando llegó otro con esta noticia: «Una banda de caldeos, divididos en tres grupos, se ha echado sobre los camellos y se los ha llevado, después de apuñalar a los mozos. Solo yo pude escapar para contártelo». 18No había acabado este de hablar, cuando llegó otro con esta noticia: «Estaban tus hijos y tus hijas comiendo y bebiendo en casa del hermano mayor, 19cuando un huracán cruzó el desierto y embistió por los cuatro costados la casa, que se derrumbó sobre los jóvenes y los mató. Solo yo pude escapar para contártelo». 20Entonces Job se levantó, se rasgó el manto, se rapó la cabeza, se echó por tierra 21y dijo: «Desnudo salí del vientre de mi madre y desnudo volveré a él. El Señor me lo dio, el Señor me lo quitó; bendito sea el nombre del Señor». 22A pesar de todo esto, Job no pecó ni protestó contra Dios.

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1Un día los hijos de Dios se presentaron al Señor; entre ellos apareció también Satán. 2El Señor preguntó a Satán: «¿De dónde vienes?». Satán respondió al Señor: «De dar vueltas por la tierra; de andar por ella». 3El Señor añadió: «¿Te has fijado en mi siervo Job? En la tierra no hay otro como él: es un hombre justo y honrado, que teme a Dios y vive apartado del mal. Tú me has incitado contra él, para que lo aniquilara sin más ni más, pero todavía persiste en su honradez». 4Satán contestó al Señor: «Piel por piel; por salvar la vida el hombre lo da todo. 5Extiende tu mano y hiérelo en su carne y en sus huesos. ¡Verás cómo te maldice cara a cara!». 6El Señor respondió a Satán: «Haz lo que quieras con él, pero respétale la vida». Satán abandonó la presencia del Señor. 7Entonces hirió a Job con llagas malignas, desde la planta del pie a la coronilla. 8Job cogió una tejuela para rasparse con ella y se sentó en el polvo. 9Su mujer le dijo: «¿Todavía persistes en tu honradez? Maldice a Dios y muérete». 10Él le contestó: «Hablas como una necia. Si aceptamos de Dios los bienes, ¿no vamos a aceptar los males?». A pesar de todo, Job no pecó con sus labios. 11Tres amigos de Job, al enterarse de las desgracias que le habían sobrevenido, acudieron desde sus respectivos países. Eran Elifaz de Temán, Bildad de Súaj y Sofar de Naamat, que se pusieron de acuerdo para ir a compartir su pena y consolarlo. 12Al verlo de lejos y no reconocerlo, rompieron a llorar, se rasgaron el manto y echaron polvo sobre sus cabezas y hacia el cielo. 13Después se sentaron con él en el suelo y estuvieron siete días con sus noches, pero ninguno le decía nada, viendo lo atroz de su sufrimiento.¡

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1Job abrió por fin la boca y maldijo su día, 2diciendo: 3«¡Muera el día en que nací | y la noche que anunció: | “Se ha concebido un varón”! 4Conviértase ese día en tinieblas, | que Dios desde lo alto se desentienda de él; | no brille la luz sobre él, 5reclámenlo las sombras tenebrosas, | cúbranlo densos nubarrones, | que un eclipse lo llene de terror. 6Que se apodere de esa noche la oscuridad. | No se sume a los días del año | ni entre en la cuenta de los meses. 7Que esa noche quede estéril, | cerrada a los gritos de júbilo. 8Maldíganla los que maldicen al Océano, | los expertos en conjurar al Leviatán. 9Vélense las estrellas de su aurora; | espere la luz y que esta no llegue; | no vea el parpadeo del alba. 10Porque no me cerró las puertas del vientre | y me evitó contemplar tanta miseria. 11¿Por qué al salir del vientre no morí | o perecí al salir de las entrañas? 12¿Por qué me recibió un regazo | y unos pechos me dieron de mamar? 13Ahora descansaría tranquilo, | ahora dormiría descansado 14con los reyes y consejeros de la tierra | que se hacen levantar mausoleos, 15o con los nobles que amontonan oro, | que acumulan plata en sus palacios. 16Como aborto enterrado, no existiría, | igual que criatura que no llega a ver la luz. 17Allí acaba el ajetreo de los malvados, | allí reposan los que están desfallecidos. 18Con ellos descansan los prisioneros, | sin oír la voz del capataz; 19se confunden pequeños y grandes | y el esclavo se libra de su amo. 20¿Por qué se da luz a un desgraciado | y vida a los que viven amargados, 21que ansían la muerte que no llega | y la buscan más escondida que un tesoro, 22que gozarían al contemplar el túmulo, | se alegrarían al encontrar la tumba; 23al hombre que no encuentra camino | porque Dios le cerró la salida? 24Por alimento tengo mis sollozos, | los gemidos se me escapan como agua. 25Me sucede lo que más me temía, | lo que más me aterraba me acontece. 26Carezco de paz y de sosiego, | intranquilo por temor a un sobresalto».

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1Elifaz de Temán respondió así: 2«¿Soportarás que te dirijan la palabra?; | ¿quién podría contener una respuesta? 3Tú, que a tantos instruías | y fortalecías los brazos endebles; 4tus palabras animaban al vacilante, | robustecías las rodillas inseguras, 5¿y ahora que te toca a ti, flaqueas, | te llega el turno y te espantas? 6¿No confiabas en tu piedad? | ¿No ponías la esperanza en tu honradez? 7¿Recuerdas a un inocente destruido? | ¿Has visto a los justos exterminados? 8Yo he visto que quienes labran maldad | y siembran desgracia, las cosechan. 9Cuando Dios alienta, perecen, | el soplo de su ira los consume. 10Aunque ruja el león y gruña la fiera, | a los cachorros les arrancan los dientes. 11Perece el león por falta de presa, | las crías de la leona se dispersan. 12Me llegó una palabra furtiva, | oí su suave susurro; 13entre pesadillas de visiones nocturnas, | cuando el letargo se ceba en los hombres, 14fui presa de terror y agitación, | se estremecieron todos mis huesos. 15Se deslizó un viento por mi cara | que erizó el vello de mi cuerpo. 16Allí estaba, de pie; | no reconocí su figura, | pero vi su imagen ante mí. | Tras el silencio escuché una voz: 17“¿Puede un mortal ser justo ante Dios?, | ¿o un hombre ser puro ante su Hacedor?”. 18Si no confía en sus siervos, | si en sus mensajeros percibe defectos, 19¿qué hará con los que habitan entre adobes, | en casas cimentadas sobre barro? | ¡Se los aplasta igual que a la polilla! 20De la mañana a la tarde se derrumban, | desaparecen sin que a nadie le importe. 21Les arrancan las clavijas de su tienda | y mueren por falta de sabiduría. 

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1Llama, a ver quién te responde, | ¿a qué santo piensas recurrir? 2El necio es víctima del despecho, | y al simple lo mata la pasión. 3Yo he visto a un necio echar raíces | y de pronto malograrse su morada, 4a sus hijos cada vez más apurados, | aplastados en un juicio, sin defensa. 5Su cosecha la devora el hambriento, | el sediento se bebe su riqueza. 6Pues la desgracia no sale del polvo, | ni brota de la tierra el sufrimiento; 7es el hombre quien nace para sufrir, | como las chispas que se alzan volando. 8Yo, en tu caso, apelaría a Dios, | expondría mi causa ante Dios. 9Él hace prodigios misteriosos, | obra maravillas sin cuento: 10proporciona lluvia a la tierra, | envía el agua a los campos; 11pone a los humildes en lo alto, | en lugar seguro a los abatidos; 12trastorna los planes del artero, | de modo que fracase en sus manejos; 13enreda en su astucia a los sabios, | arruina las decisiones tortuosas; 14es de día y se topan con tinieblas, | van a tientas lo mismo que de noche. 15Pero al pobre lo salva de la lengua afilada, | lo libra de la mano violenta; 16y el indigente vive esperanzado, | pues la maldad cierra su boca. 17Dichoso el mortal a quien Dios corrige: | no rechaces la lección del Todopoderoso, 18porque hiere y pone la venda, | golpea y cura con su mano. 19Seis veces te salva de aprietos, | a la séptima te evita los males; 20cuando hay hambre no te deja morir, | en la refriega te libra de la espada; 21te ocultará del azote de la lengua, | sin miedo a la llegada del desastre; 22te reirás de hambres y desastres, | sin miedo a las bestias salvajes; 23pactarás con las piedras del campo, | tendrás paz con las bestias del campo; 24gozarás de la paz de tu tienda, | verás tus campos prosperar; 25conocerás una larga progenie, | floreciente como el heno del campo; 26bajarás a la tumba maduro, | como manojo de espigas en sazón. 27Hemos comprobado que todo esto es cierto; | haz caso a lo dicho y apréndetelo».

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1Job respondió así: 2«Si pudiera pesarse mi amargura | junto con mi desgracia en la balanza, 3le ganarían a la arena del mar, | por eso mis palabras desatinan. 4Llevo clavadas conmigo | las flechas del Todopoderoso, | mi espíritu absorbe su veneno, | los terrores de Dios me rodean. 5¿Rebuzna el onagro ante la hierba?, | ¿muge el buey ante el forraje?, 6¿come alguien lo insípido sin sal | o saca gusto al jugo de malva? 7Lo que mi paladar se negaba a probar | es ahora mi alimento repugnante. 8Ojalá se cumpliese mi ruego | y Dios accediese a mi esperanza: 9que Dios se decida a triturarme | y con su mano arranque mi trama. 10Me serviría al menos de consuelo, | aun retorcido de dolor me alegraría: | por no haber renegado de las palabras del Santo. 11¿Qué fuerzas me quedan para esperar?, | ¿qué fin me anima a seguir con mi afán? 12¿Tengo acaso la fuerza de las rocas?, | ¿tengo acaso un cuerpo de bronce? 13Ya no encuentro a nadie que me ayude, | la esperanza de un auxilio se ha esfumado. 14Quien niega la misericordia al amigo | rechaza el temor del Todopoderoso; 15pero mis hermanos me traicionan como un torrente, | como una rambla cuando cesa la avenida: 16con el hielo fundido bajan turbios, | crecidos con la nieve derretida; 17pero pasa la avenida y se secan, | con el calor se reseca su cauce; 18las huellas de su curso se dispersan, | desaparecen al entrar en el desierto. 19Los divisan las caravanas de Temá, | con ellos cuentan los convoyes de Saba, 20mas su esperanza acaba en decepción, | al llegar se sienten defraudados. 21También vosotros sois nada, | veis un desastre y tembláis. 22¿Acaso os he dicho: “Dadme algo”? | ¿Me he aprovechado de vuestros bienes 23para que me libraseis del adversario | o bien me rescataseis de los bandidos? 24Explicadme las cosas y callaré, | aclaradme en qué me he equivocado; 25los argumentos ajustados persuaden, | pero ¿qué demuestran vuestras razones? 26¡Pensáis que un discurso zanja una cuestión | y que solo es viento lo que dice un desesperado! 27Seríais capaces de arrojaros sobre un huérfano, | incluso de poner precio a un amigo. 28¿Queréis ahora mirarme?; | juro no mentiros a la cara. 29Volved, y que no haya iniquidad; | volved, que sigue intacta mi honradez. 30¿Creéis que hay malicia en mi lengua, | que mi paladar no distingue la falsedad?

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1¿No es acaso milicia la vida del hombre sobre la tierra, | y sus días como los de un jornalero?; 2como el esclavo, suspira por la sombra; | como el jornalero, aguarda su salario. 3Mi herencia han sido meses baldíos, | me han asignado noches de fatiga. 4Al acostarme pienso: ¿Cuándo me levantaré? | Se me hace eterna la noche | y me harto de dar vueltas hasta el alba; 5me tapo con gusanos y terrones, | la piel se me rompe y me supura. 6Corren mis días más que la lanzadera, | se van consumiendo faltos de esperanza. 7Recuerda que mi vida es un soplo, | que mis ojos no verán más la dicha. 8Los ojos que me ven no me verán, | cuando me mires tú, ya no estaré. 9Como la nube pasa y se disipa, | el que baja al Abismo ya no sube; 10no vuelve a su casa, | su morada no lo reconoce. 11Por eso no frenaré mi lengua, | hablará mi espíritu angustiado, | me quejaré repleto de amargura. 12¿Soy acaso el Mar o el Dragón | para que tú me pongas un guardián? 13Cuando pienso que el lecho me aliviará, | que la cama acallará mis quejidos, 14entonces me espantas con sueños, | entonces me atemorizas con pesadillas. 15Preferiría acabar asfixiado, | la muerte antes que esta existencia. 16Me consumo; no he de vivir eternamente, | déjame tranquilo, mis días son un soplo. 17¿Qué es el hombre para que te ocupes tanto de él, | para que pongas en él tu interés, 18para que le pases revista por la mañana | y lo examines a cada momento? 19¿Por qué no apartas de mí la vista | y no me dejas ni tragar saliva? 20Si he pecado, ¿en qué te afecta, | Guardián de los humanos? | ¿Por qué me has tomado como blanco | y me he convertido en tu carga? 21¿Por qué no perdonas mi delito | y pasas por alto mi culpa? | Pues pronto me acostaré en el polvo, | me buscarás, pero no existiré».

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1Bildad de Súaj respondió así: 2«¿Hasta cuándo hablarás de ese modo, | con el fuerte viento de tus palabras? 3¿Puede Dios retorcer el derecho, | el Todopoderoso pervertir la justicia? 4Si tus hijos pecaron contra él, | ya los ha entregado en manos de su delito. 5Mas si madrugas y buscas a Dios, | si diriges tu súplica al Todopoderoso, 6si eres intachable y recto, | entonces velará por ti, | te devolverá tu legítima morada. 7Tu pasado será una miseria | si lo comparas con tu espléndido futuro. 8Anda, y pregunta a pasadas generaciones, | medita en lo que descubrieron sus padres; 9ayer nacimos, nada sabemos; | nuestra vida en la tierra es una sombra. 10Pero ellos te instruirán, te informarán | con palabras que manan de su reflexión. 11¿Brota el papiro donde no hay marisma?, | ¿prosperan los juncos fuera del agua? 12Todavía verde, sin ser cortado, | puede amustiarse antes que otra planta. 13Así termina quien olvida a Dios; | en esto acaba la esperanza del impío. 14Su confianza solo es un hilo, | tan segura como una telaraña; 15se apoya en ella y no se sostiene, | se agarra a ella y no se levanta. 16Planta lozana a pleno sol, | sus brotes llenaban el jardín; 17sus raíces subían por el muro, | se adherían firmes entre piedras. 18Pero si es arrancada de su sitio, | este reniega de ella: “Nunca te he visto”. 19Así acabará su vida, | otros brotarán en su lugar. 20Pero Dios no rechaza al honrado, | ni sostiene de la mano al malvado. 21Volverá a llenar tu boca de risas, | tus labios lanzarán gritos de alegría. 22Tus enemigos quedarán confundidos, | la tienda del malvado ya no existirá».  

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1Respondió Job: 2«Sé muy bien que es así: | que el mortal no es justo ante Dios. 3Si quiere pleitear con él, | de mil razones no le rebatirá ni una. 4Él es sabio y poderoso, | ¿quién le resiste y queda ileso? 5Desplaza montañas sin que se note, | cuando las vuelca con su cólera. 6Estremece la tierra en sus cimientos, | hace retemblar sus pilares; 7manda al sol que no brille | y guarda bajo sello las estrellas. 8Él solo despliega los cielos | y camina sobre el dorso del Mar. 9Creó la Osa y Orión, | las Pléyades y las Cámaras del Sur. 10Hace prodigios insondables, | maravillas innumerables. 11Si cruza junto a mí, no lo veo; | me roza, al pasar, y no lo siento; 12si en algo hace presa, ¿quién se lo impedirá?, | ¿quién le reclamará: “Qué estás haciendo”? 13Dios no renuncia a su cólera, | a ella se someten los aliados de Rahab. 14Cuánto menos podré yo replicarle | o escoger argumentos contra él. 15Aunque tuviera yo razón, no respondería, | tendría que suplicar a mi adversario; 16aunque lo citara y me respondiera, | no creo que me hiciera caso. 17Capaz de aplastarme por una bagatela, | multiplica sin motivo mis heridas, 18no me deja ni tomar resuello, | me tiene saciado de amargura. 19Si se trata de fuerza, ahí está su poder; | si es cuestión de justicia, ¿quién lo emplazará? 20Aun teniendo razón, mi boca me condenaría; | aun siendo inocente, demostraría mi culpa. 21¿Soy inocente? Ni lo sé. | Desprecio mi existencia. 22Pero es lo mismo. Solo digo una cosa: | él destruye igual al inocente que al culpable. 23Si irrumpiera una peste mortífera, | se burlaría del dolor del inocente. 24Si un tirano se apodera de un país, | él tapa los ojos de los magistrados. | ¿Quién lo hace sino él? 25Mis días son más raudos que un correo, | escapan sin que pueda ver la dicha; 26se deslizan como balsas de junco, | como el águila al caer sobre la presa. 27Si me digo: “Olvidaré la tristeza, | que la alegría mude mi semblante”, 28tengo miedo de lo que voy a sufrir, | pues sé que no me crees inocente. 29Y si resulta que soy culpable, | ¿para qué luchar en vano? 30Aunque me lavase con jabón | y frotara mis manos con lejía, 31tú me hundirías en el lodo | hasta que mi ropa me asqueara. 32No es un hombre como yo para decirle: | “Vayamos juntos a juicio”. 33Si al menos hubiera un mediador, | que pusiera su mano entre los dos, 34que retirara su vara de mi espalda | para librarme del terror que me atenaza, 35entonces hablaría sin temerle, | pues creo que no soy culpable.  

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1Siento asco de mi existencia, | daré rienda suelta a mis quejas, | hablaré repleto de amargura. 2Diré a Dios: “No me tengas por culpable; | dime, en cambio, por qué eres mi adversario. 3¿Disfrutas viéndome oprimido, | rechazando la obra de tus manos, | mientras apruebas los planes del malvado? 4¿Tienes acaso ojos de carne?, | ¿ves las cosas como el hombre las ve? 5¿Es tu vida la de un mortal, | tu existencia igual que la de un hombre, 6para que busques algo malo en mí | e indagues si tengo pecado, 7cuando sabes que no soy culpable, | que no hay quien me libre de tus manos? 8Tus manos me modelaron e hicieron, | ¿y ahora, en un instante, me destruyes? 9Recuerda que me hiciste de barro | y que al polvo me vas a devolver. 10¿No me vertiste como leche?, | ¿no me cuajaste como al queso? 11Me revestiste de piel y carne, | me tejiste con huesos y tendones. 12Me concediste vida y favor, | tus atenciones preservaron mi vida. 13Pero esto planeabas en secreto, | sé que te proponías lo siguiente: 14si pecaba, me estarías vigilando, | y no me absolverías de mi culpa; 15si era culpable, ¡pobre de mí!; | si inocente, no alzaría la frente, | harto de afrentas, saciado de aflicción; 16si me levantaba, me cazarías como un león, | repitiendo tus proezas a mi costa; 17renovarías hacia mí tu hostilidad, | aumentarías tu furor contra mí, | con tropas de refresco sobre mí. 18¿Por qué entonces me sacaste del vientre? | Habría muerto sin que nadie me viese. 19Sería como si no hubiera existido, | arrastrado del vientre a la tumba. 20¿No es breve mi vida? ¡Déjame! | Aléjate de mí, deja que disfrute un poco, 21antes de que vaya, para no volver, | al país tenebroso, de sombras de muertos, 22al país lúgubre como la oscuridad, | con sombras de muertos, sin orden, | donde la luz es pura oscuridad”». 

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1Sofar de Naamat contestó así: 2«¿Quedará sin respuesta tanta palabrería?, | ¿daremos la razón a un charlatán? 3¿Hará callar a otros tu locuacidad?, | ¿te burlarás sin que nadie te contradiga? 4Tú has dicho: “Mi doctrina es limpia, | nada malo me puedes reprochar”. 5Pero ojalá Dios te hablase, | abriese los labios para responderte 6y te enseñase secretos de sabiduría, | que son prodigios de destreza; | entonces seguro que sabrías | que Dios te ha castigado | menos de lo que tu iniquidad merece. 7¿Pretendes sondear el misterio de Dios, | descubrir la perfección del Todopoderoso? 8Es más alto que el cielo: ¿qué harás?; | más hondo que el Abismo: ¿qué sabrás tú? 9Es más extenso que la tierra, | y más ancho que el mar. 10Si se presenta y mete a alguien en la cárcel, | si cita a juicio, ¿quién lo impedirá? 11Pues conoce a los hombres engañosos, | cuando ve la maldad se fija bien. 12Pero el necio se volverá cuerdo | cuando un pollino de asno nazca hombre. 13Mas si diriges tu mente a Dios, | si extiendes las manos hacia él, 14si alejas tu mano de la maldad | y no alojas en tu tienda la injusticia, 15podrás alzar la frente sin mancilla; | te sentirás seguro y sin temor, 16podrás olvidar tu sufrimiento, | recordándolo como agua que pasó; 17tu vida será más clara que el mediodía, | tus tinieblas serán como la aurora; 18tendrás seguridad en la esperanza, | te sentirás protegido y dormirás tranquilo; 19descansarás sin que nadie te asuste, | y muchos buscarán tu favor. 20Pero los ojos del malvado se consumen, | no tendrá posibilidad de refugio, | su esperanza es solo un suspiro».

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1Job respondió así: 2«¡En verdad sois la gente | con la que morirá la sabiduría! 3Pero también yo tengo inteligencia | y no soy menos que vosotros. | ¿Quién no sabe tales cosas? 4Soy el hazmerreír de mi vecino, | yo, que invocaba a Dios, y él me escuchaba. | ¡El hazmerreír, siendo honrado y cabal! 5“¡Burla ante la desgracia —dice el satisfecho—, | empujad al suelo al que se tambalea!” 6¡Las tiendas de los bandidos están en paz, | viven tranquilos los que provocan a Dios, | los que tienen a Dios en su mano! 7Pero pregunta a las bestias y te instruirán; | a las aves del cielo, y te informarán; 8habla con la tierra y te enseñará; | te lo contarán los peces del mar. 9¿Quién no sabe entre todos ellos | que la mano del Señor lo ha hecho todo? 10De él depende la vida de los seres, | el aliento de todo ser humano. 11¿No distingue el oído las palabras?, | ¿no saborea el paladar los manjares? 12¿No está en los ancianos la sabiduría?, | ¿no destaca la prudencia en los viejos? 13Pues él posee sabiduría y poder, | prudencia y perspicacia son suyas. 14Lo que él destruye, nadie lo levanta; | si él aprisiona, no hay escapatoria; 15si retiene la lluvia, viene la sequía; | si la deja suelta, se inunda la tierra. 16Él dispone de fuerza y eficacia, | suyos son el engañado y el que engaña; 17conduce descalzos a los consejeros, | hace enloquecer a los gobernantes; 18despoja a los reyes de sus insignias, | les ata una soga a la cintura; 19conduce descalzos a los sacerdotes, | arruina a los bien establecidos; 20quita la palabra a los expertos, | priva de discreción a los ancianos; 21arroja desprecio sobre los señores, | afloja el cinturón de los robustos. 22Revela lo más hondo de la tiniebla | y saca a la luz las densas sombras; 23levanta pueblos y los arruina, | dilata naciones y las destierra; 24priva de su talento a los jefes, | los extravía por desiertos sin caminos, 25por ellos van a tientas y a oscuras, | tropezando lo mismo que borrachos. 

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1Todo esto ya lo han visto mis ojos, | mis oídos lo oyeron y entendieron. 2Mi conocimiento es comparable al vuestro, | no soy inferior a vosotros. 3Pero quiero hablar con el Todopoderoso, | deseo disputar con Dios, 4pues todo lo arregláis con mentiras, | sois médicos solo en apariencia. 5¡Ojalá callarais del todo, | así demostraríais que sois sabios! 6Escuchad, si queréis, mis descargos, | oíd los argumentos que pronuncio. 7¿Decís cosas falsas en defensa de Dios?, | ¿sois capaces de mentir por él? 8¿Acaso os proponéis excusarlo?, | ¿disputáis a favor de Dios? 9Si él os examina, | ¿lo engañaríais como a un hombre cualquiera? 10Seguro que os pediría cuentas | por ser parciales en secreto. 11Seguro que su majestad os aterraría, | su terror caería sobre vosotros. 12Vuestras denuncias quedarían en ceniza; | vuestras razones, en razones de barro. 13Silencio, que voy a hablar: | suceda lo que suceda, 14voy a jugármelo todo, | poniendo en riesgo mi vida. 15Aunque me mate, yo esperaré, | quiero defenderme en su presencia; 16con eso me daría por salvado, | pues el impío no comparece ante él. 17Escuchad con atención mis palabras, | prestad oído a mi declaración; 18tengo aquí preparada mi defensa | y sé que soy inocente. 19Si alguien pudiera contender conmigo, | ahora mismo callaría y moriría. 20Asegúrame solo estas dos cosas, | y no tendré que esconderme de ti: 21que alejarás tu mano de mí, | que no me espantarás con tu terror; 22después acúsame y te responderé, | o déjame hablar y tú replicarás. 23¿Cuántos son mis errores y mis culpas? | ¡Demuéstrame mis delitos y errores! 24¿Por qué me ocultas tu rostro | y me tratas como a tu enemigo? 25¿Acosarías a una hoja volandera?, | ¿perseguirías a una paja ya agostada? 26Apuntas en mi cuenta rebeldías, | me imputas faltas de juventud, 27metes en cepos mis pies, | vigilas todas mis andanzas, | examinas las huellas de mis pasos. 28¡A mí, que me desgasto como un odre, | como vestido roído por la polilla! 

14

1El hombre, nacido de mujer, | corto de días y harto de inquietudes, 2como flor se abre y se marchita, | huye como la sombra sin parar. 3¿Y en uno así clavas los ojos | y lo llevas a juicio contigo? 4¿Quién sacará lo puro de lo impuro? | ¡Nadie! 5Si sus días están determinados | y sabes el número de sus meses; | si le has puesto un límite infranqueable, 6aparta de él tu vista y que descanse, | hasta que acabe sus días de jornalero. 7Un árbol tiene la esperanza | de retoñar, aunque sea talado, | de que no fallarán sus renuevos. 8Aunque envejezcan sus raíces en la tierra | y su tocón agonice en el polvo, 9cuando siente el agua reverdece | y echa brotes como una planta joven. 10Pero el hombre, al morir, desaparece; | cuando expira el mortal, ¿dónde está? 11Como agua que se evapora en un lago, | como río que se seca y aridece, 12el hombre se acuesta y no se levanta; | se acabarán los cielos y no despertará, | nadie lo espabilará de su sueño. 13¡Ojalá me escondieras en el Abismo, | me ocultaras hasta que pasase tu cólera | y fijaras una fecha para acordarte de mí! 14Si un hombre muere, ¿puede revivir? | ¡Esperaría todo el tiempo de mi milicia, | hasta ver si llegaba mi relevo! 15Tú llamarías y yo respondería, | añorarías la obra de tus manos. 16Contarías sin duda mis pasos, | pero no vigilarías mis errores; 17cerrarías mis delitos en un saco, | cubrirías con cal mis culpas. 18Como monte que se hunde y se erosiona, | como riscos desplazados de su sitio, 19como agua que desgasta las rocas | y avenida que arrastra la tierra, | así destruyes la esperanza del hombre. 20Lo destrozas para siempre y se va, | lo desfiguras y lo haces desaparecer. 21Si medran sus hijos, él no lo sabe; | si se hunden en la miseria, él no se entera. 22Solo siente su propio dolor, | se lamenta solo por su vida».

15

1Elifaz de Temán respondió así: 2«¿Responde un sabio con razones vanas?, | ¿llena su vientre de viento del Este? 3¿Argumenta con discursos inútiles, | con palabras que no valen nada? 4Peor tú, que te muestras irreverente | y dejas de orar ante Dios. 5Tu pecado inspira tus palabras, | adoptas el lenguaje de la astucia. 6Tu boca te condena, que no yo; | tus labios testifican contra ti. 7¿Eres tú el primogénito de los hombres?, | ¿te engendraron antes que a las colinas? 8¿Has asistido al consejo divino?, | ¿solo tú estás dotado de sabiduría? 9¿Qué sabes tú que nosotros no sepamos, | qué entiendes tú que nosotros no entendamos? 10Entre nosotros hay ancianos venerables, | más repletos de días que tu padre. 11¿Te sabe a poco que Dios te consuele | y las amables palabras que se te dirigen? 12¿Por qué dejas que tu pasión te domine | y miras con ojos desorbitados, 13para dirigir tu cólera contra Dios | y lanzar tales palabras por tu boca? 14¿Qué es el hombre para sentirse puro, | un nacido de mujer para ser inocente? 15Si Dios no confía en sus santos | y los cielos no son puros a sus ojos, 16¡qué decir de lo odioso y corrompido, | del hombre, que se sacia de maldad! 17Voy a hablarte, escúchame, | y te diré lo que he visto, 18lo que han contado los sabios | y han transmitido sus padres, 19aquellos a quienes dieron el país, | cuando ningún extranjero se infiltraba. 20La vida del malvado es solo sufrimiento, | al tirano le reservan años contados; 21resuena en sus oídos el eco del terror, | cuando vive tranquilo lo asalta el devastador. 22Que no confíe en escapar de las tinieblas, | pues está destinado para la espada. 23Desechado como pasto de buitres, | sabe que su ruina es segura. 24Los días oscuros lo aterran, | lo atenazan angustia y ansiedad, | como un rey que se lanza al ataque. 25Pues alzó su mano contra Dios | e intentó desafiar al Todopoderoso, | 26arremetiendo desafiante contra él | tras la maciza panza de su escudo. 27Aunque rebosen grasa sus carrillos | y el sebo recubra su lomera, 28habitará en pueblos arruinados, | en casas donde nadie habita, | destinadas a montones de escombros. 29No se hará rico ni durarán sus bienes, | no llegarán sus posesiones al sepulcro. 30No escapará a la oscuridad, | una llama secará sus renuevos, | el viento barrerá sus brotes. 31Que no confíe iluso en su estatura, | pues su rama acabará siendo nada. 32Antes de tiempo se marchitará, | sus ramas no verdearán. 33Será viña que pierde sus agraces, | olivo que se queda sin flores. 34No echa frutos la banda de los impíos, | el fuego consume sus viviendas. 35Quien concibe maldad, da a luz desgracias, | su vientre va gestando la decepción».

16

1Job respondió así: 2«Muchas cosas parecidas he oído, | vuestro consuelo no es más que tortura. 3¿Acabará este discurso inconsistente?, | ¿qué te preocupa para tener que responder? 4También podría hablar como vosotros, | si por ventura ocuparais mi lugar. | ¿Prepararía discursos contra vosotros, | agitaría contra vosotros la cabeza? 5¡No! Os confortaría con mi palabra, | mis labios os apaciguarían. 6Pero si hablo, no se alivia mi pena; | si me callo, no se aleja de mí. 7Ahora me tiene extenuado, | dejando sin valor mi testimonio; | ahora me tiene marchito, 8mi extenuación testifica contra mí: | se alza como testigo en mi contra. 9Su cólera me desgarra y me ataca; | rechina los dientes contra mí | y me mira con ojos hostiles. 10La gente se burla a mi cara, | me dan bofetadas y me insultan, | se alían todos contra mí. 11Dios me abandona a gente injusta, | me arroja a las garras de malvados. 12Vivía yo tranquilo y me zarandeó, | me agarró por la nuca y me hizo trizas. | Hizo de mí su diana, 13sus arqueros me pusieron cerco; | me atravesó los riñones sin piedad, | esparció por tierra mi hiel. 14Me desgarró y me cubrió de brechas, | lanzado contra mí como un guerrero. 15He cosido saco a mi piel, | he enterrado mi honor en el polvo. 16El llanto enrojece mi rostro, | mis ojos reflejan la muerte, 17aunque no hay violencia en mis manos | ni es interesada mi oración. 18¡Tierra, no cubras mi sangre, | que un sepulcro no apague mi grito! 19Mi testigo está ahora en el cielo, | mi defensor habita en lo alto 20—es mi grito quien habla por mí, | aguardo inquieto la respuesta divina—; 21que juzgue entre el hombre y Dios, | como es habitual entre mortales, 22pues me esperan años contados | y emprenderé un camino sin vuelta.

17

1Me falta el aliento, | mis días se extinguen, | me espera la tumba. 2Vivo rodeado de burlas, | tanta provocación me desvela. 3Conviértete tú en mi garantía, | ¿quién, si no, saldría en mi favor? 4Has cerrado su mente a la razón | y no permitirás que triunfen, 5¿o eres como quien convida a sus amigos, | mientras sus hijos padecen necesidad? 6Me ha convertido en mofa de la gente, | en objeto de los salivazos de los demás. 7La pena consume mis ojos, | mi cuerpo es solo una sombra. 8Los justos se asombran al verlo, | el inocente se alza contra el impío. 9Pero el justo sigue por su camino, | el de manos limpias redobla su energía. 10Volved, vosotros, seguid atacándome, | que no encontraré un sabio entre vosotros. 11Mis días y mis planes han pasado, | todas mis esperanzas se desvanecen. 12¿Pretendéis que la noche sea día, | que haya luz cuando solo hay tinieblas? 13Solo espero habitar en el Abismo, | hacer mi lecho en las tinieblas, 14llamar al sepulcro “padre mío”, | “madre” y “hermana” a los gusanos. 15¿Dónde ha quedado mi esperanza?, | ¿alguien ve por mí la dicha? 16¿Descenderán conmigo al Abismo?, | ¿bajaremos juntos al polvo?».  

18

1Bildad de Súaj habló así: 2«¿Cuándo acabarán vuestros discursos?; | reflexionad y hablemos después. 3¿Por qué considerarnos unas bestias, | y pensar que somos viles? 4Tú te estás destrozando con tu cólera, | pero ¿quedará por eso deshabitada la tierra?, | ¿serán las rocas desalojadas de su sitio? 5La lámpara del malvado se apaga, | la llama de su hogar ya no brilla. 6En su tienda la luz se oscurece, | el candil que lo alumbra se extingue. 7Se debilita su pie vigoroso, | lo pierden sus propios proyectos; 8sus pies lo llevan a la red, | camina encima de una malla; 9un lazo le atrapa los tobillos, | un cepo se cierra sobre él; 10un nudo se oculta en el suelo, | la trampa lo aguarda en la senda. 11Lo espantan terrores por doquier, | lo acosan cuando intenta andar: 12la desgracia hambrea tras él, | el desastre espera que tropiece; 13la enfermedad devora su piel, | la muerte consume sus miembros. 14Arrancado del abrigo de su tienda, | lo arrastran ante el rey de los terrores. 15El fuego se aloja en su tienda, | esparcen azufre en su morada; 16por abajo se secan sus raíces, | por arriba se agostan sus ramas; 17su recuerdo se borra del país, | se queda sin nombre en la comarca. 18Lo conducen de la luz a las tinieblas, | acaba expulsado del mundo; 19sin familia ni prole entre su gente, | sin nadie que ocupe su terruño. 20Su destino espanta al Occidente, | el terror atenaza a los de Oriente. 21Así acaba la morada del malvado, | el lugar de quien ignora a Dios».

19

1Job respondió así: 2«¿Hasta cuándo pensáis atormentarme, | aplastándome con tanta palabrería? 3Ya me habéis humillado diez veces, | me habéis atacado sin pudor. 4Aun en caso de haber pecado, | solo a mí afectaría mi culpa. 5Pero ya que queréis someterme | usando mi dolor como prueba, 6sabed que Dios me ha hecho daño, | que me ha copado en sus redes. 7Si grito “Violencia”, no oigo respuesta; | imploro “Socorro”, pero no hay justicia. 8Ha vallado mi camino para que no pase, | ha velado mi senda con densa oscuridad. 9Me ha despojado de mi honor, | dejando mi cabeza sin corona. 10Me socava por doquier y me deshago, | ha arrancado la raíz de mi esperanza. 11Ha atizado su cólera contra mí, | me tiene como un enemigo. 12Sus tropas han venido en masa, | construyen terraplenes de ataque, | asedian mi tienda por doquier. 13Ha alejado de mí a mis parientes, | mis conocidos me tienen por extraño; 14me abandonan vecinos e íntimos, | me olvidan los huéspedes de mi casa. 15Las siervas me tratan como a intruso, | me consideran igual que a un extraño. 16Llamo a mi siervo y no responde, | aunque se lo pida por favor. 17Hasta mi vida repugna a mi esposa, | doy asco a mis propios hermanos. 18Incluso los niños me rechazan; | me levanto y me dan la espalda. 19Todos mis íntimos me aborrecen, | los más amigos se vuelven contra mí. 20Mis huesos se pegan a mi piel y a mi carne, | he escapado con la piel de mis dientes. 21¡Piedad, piedad, amigos míos, | que me ha herido la mano de Dios! 22¿Por qué me perseguís como Dios | y no os hartáis de escarnecerme? 23¡Ojalá se escribieran mis palabras! | ¡Ojalá se grabaran en cobre, 24con cincel de hierro y con plomo | se escribieran para siempre en la roca! 25Yo sé que mi redentor vive | y que al fin se alzará sobre el polvo: 26después que me arranquen la piel, | ya sin carne, veré a Dios. 27Yo mismo lo veré, y no otro; | mis propios ojos lo verán. | ¡Tal ansia me consume por dentro! 28Cuando decís: “¿Cómo acosarlo, | qué pretexto hallaremos contra él?”, 29temblad entonces ante la espada | (pues vuestra cólera merece la espada) | y pensad que hay un juicio por llegar». 

20

1Sofar de Naamat respondió: 2«Mi turbación me obliga a contestar, | debido a la inquietud que siento en mí. 3He oído una reflexión difamante, | y mi inteligencia me impulsa a responder. 4¿No sabes tú que ya desde antaño, | desde que el hombre apareció en la tierra, 5el triunfo del malvado ha sido efímero, | momentánea la alegría del impío? 6Aunque su altura alcance los cielos | y su cabeza llegue a las nubes, 7desaparece para siempre, como estiércol; | los que lo vieron preguntan: “¿Dónde está?”. 8Vuela como un sueño y no aparece, | se esfuma como visión nocturna. 9El ojo que lo vio no lo divisa, | su morada ya no lo contempla. 10Sus hijos solicitarán el favor de los pobres, | y sus manos devolverán su riqueza. 11Aunque sus huesos rebosen vigor, | yacerán con él en el polvo. 12Aunque le sepa dulce la maldad | y la oculte debajo de la lengua, 13dispuesto a no dejarla escapar, | reteniéndola contra el paladar, 14acabará agriándose en su estómago, | convertida en veneno de víboras. 15Vomitará la riqueza que tragó, | Dios hace que la expulse del vientre. 16Chupaba ponzoña de víboras, | lo matará la lengua del áspid. 17No disfrutará de arroyos de aceite, | de torrentes de miel y de leche. 18Devolverá sus ganancias sin probarlas, | sin gozar del fruto de sus negocios, 19pues defraudó sin miramientos al pobre, | robando casas que no construyó. 20Su vientre no se vio satisfecho; | nada escapó a sus deseos, 21comió sin dejar a los demás, | así que no durará su prosperidad. 22En plena abundancia caerá en la penuria, | lo asaltará con fuerza la desgracia. 23Aunque el malvado sacie su vientre, | Dios le enviará su ardiente cólera, | y hará caer sobre él una lluvia de saetas. 24Aunque escape al arma de hierro, | la flecha de bronce lo atravesará; 25una flecha le sale por la espalda, | la hoja reluciente por el hígado, | los terrores se abatirán sobre él. 26Lo acechan profundas tinieblas, | lo consume un fuego no atizado, | que devora los restos de su tienda. 27El cielo lo declara culpable; | la tierra, en pie, lo denuncia. 28Un diluvio barre su casa, | los torrentes del día de la ira. 29Tal es la suerte que Dios depara al malvado, | tal es la herencia que Dios le tiene reservada».   

21

1Job respondió así: 2«Escuchad atentos mis palabras, | dadme siquiera ese consuelo. 3Sed pacientes mientras hablo, | después os podréis burlar. 4¿Me quejo quizá de algún hombre | o pierdo la paciencia sin razón? 5Escuchadme, quedaréis pasmados | y os llevaréis la mano a la boca. 6Lo pienso y me horrorizo, | y el pavor atenaza mi carne. 7¿Por qué siguen vivos los malvados, | que envejecen y aumenta su poder? 8Ven a sus hijos crecer seguros, | contemplan cómo medran sus retoños: 9sus casas, en paz y sin temor, | la vara de Dios no los alcanza. 10Sus toros engendran sin fallar, | sus vacas nunca malparen. 11Sus hijos trotan como corderos, | sus niños juegan satisfechos. 12Cantan con liras y tambores, | se alegran al son de la flauta; 13disfrutan dichosos de la vida | y bajan en paz al Abismo. 14Y eso que decían a Dios: | “¡Déjanos en paz!, | no nos interesa para nada | conocer tus caminos. 15¿Por qué hemos de servir al Todopoderoso?, | ¿qué sacamos con invocarlo?”. 16¿No depende del impío su dicha, | aunque su plan esté lejos de Dios? 17¿Cuándo se apaga la lámpara del malvado?, | ¿cuándo se abate sobre él la desgracia, | o la ira divina lo colma de dolor? 18¿Son paja perseguida por el viento | o tamo que arrastra el huracán? 19¿Va a castigar Dios a sus hijos? | ¡Que lo pague él y escarmiente! 20¡Que él mismo contemple su ruina, | que beba la cólera del Todopoderoso! 21¿Qué le importa su casa una vez muerto, | cuando cese la cuenta de sus meses? 22¿Quién puede dar lecciones a Dios, | cuando gobierna también el cielo? 23Hay quien muere en pleno vigor, | rebosante de dicha y de paz, 24con sus lomos cubiertos de grasa | y jugosa la médula de sus huesos. 25Y hay quien muere lleno de amargura, | sin haber probado cosa buena. 26Pero ambos se acuestan en el polvo, | bajo una cubierta de gusanos. 27De sobra sé lo que pensáis, | todo lo que opináis sobre mi caso. 28Decís: “¿Dónde está la casa del prepotente, | la tienda que habitaban los impíos?”. 29¿Por qué no lo preguntáis a los viajeros?, | entonces sabríais lo que piensan: 30El malvado se libra el día del desastre, | se encuentra a salvo el día del castigo. 31¿Quién le reprocha su conducta | o le hace pagar lo que ha hecho? 32Muere y lo llevan al cementerio, | la gente vela junto a su tumba, 33ni siquiera le pesa la tierra. | Tras él desfila todo el mundo, | por delante una turba innumerable. 34Pues ¿a qué consolarme con vaciedades? | ¡Si tan solo respondéis con engaños!».

22

1Elifaz de Temán respondió así: 2«¿Puede un hombre ser útil a Dios | cuando el sabio apenas es útil para sí? 3¿Le importa al Todopoderoso que seas honrado?, | ¿qué le aprovecha tu recta conducta? 4¿Acaso te castiga por tu piedad, | o te lleva a juicio por eso? 5¿No será por tu inmensa maldad, | por tus innumerables delitos? 6Exigías sin motivo prendas a tu hermano, | despojabas de su ropa al desnudo; 7privabas del agua al sediento, | negabas el pan al hambriento. 8¡Poderoso dueño del país, | arrogante habitante de él, 9que despedías a las viudas de vacío | y dejabas sin ayuda a los huérfanos! 10Por eso te rodean lazos, | te asalta de improviso el pánico, 11la oscuridad que no te deja ver; | te engullen aguas caudalosas. 12¿No está Dios arriba, en el cielo? | ¡Fíjate en la altura de las estrellas! | ¡Qué sublime! 13Y dices: “¿Qué sabe Dios? | ¿Podrá ver a través de las nubes? 14El manto de nubes no le deja ver | cuando recorre la órbita del cielo”. 15¿Imitarás la antigua conducta | que llevaron perversos mortales, 16aventados antes de tiempo, | cuando la riada arrasó sus cimientos? 17Decían a Dios: “¡Déjanos en paz!, | ¿qué puede hacernos ahora el Todopoderoso?”; 18aunque él colmaba de bienes sus hogares, | ellos lo excluían de sus planes. 19Los justos se alegran al verlo, | los inocentes se burlan de ellos: 20“Sus posesiones han sido barridas; | su opulencia, consumida por el fuego”. 21Arréglate con él y haz las paces, | y así cosecharás la dicha. 22Acepta la instrucción de su boca, | piensa siempre en sus palabras. 23Si vuelves al Todopoderoso, serás rehabilitado: | si alejas de tu tienda la injusticia, 24si arrojas al polvo tu oro, | el Ofir a las piedras del arroyo, 25el Todopoderoso será tu tesoro, | será tu plata a montones. 26El Todopoderoso será tu delicia, | mirarás a Dios confiado. 27Él escuchará tus súplicas | y tú cumplirás tus votos. 28Tomarás decisiones con éxito, | la luz iluminará tu camino. 29Podrás animar a los abatidos, | el humilde tendrá un salvador. 30Incluso el culpable escapará | gracias a la pureza de tus manos».

23

1Job respondió así: 2«Hoy también me quejo y me rebelo; | su mano intensifica mis gemidos. 3¡Si supiera al menos encontrarlo, | si pudiese entrar en su morada! 4Expondría mi causa ante él, | llenaría mi boca de argumentos, 5conocería los términos de su respuesta, | sabría lo que quiere decirme. 6¿Usaría en el pleito su gran fuerza? | No creo; me escucharía con atención. 7Discutiría honradamente con él | y ganaría por fin el caso. 8Si voy a Oriente, no está allí; | si a Occidente, no puedo distinguirlo; 9en el Norte se oculta y no lo veo; | escondido en el Sur, no lo vislumbro. 10Él, en cambio, conoce mi camino; | si me prueba, saldré como el oro: 11he seguido de cerca sus huellas, | pegado a su camino, sin torcerme, 12sin desviarme de las normas de sus labios, | guardando en el seno sus decretos. 13Pero él es firme en su parecer, | ¿quién podrá disuadirlo?; | siempre realiza sus proyectos. 14Seguro que ejecuta mi sentencia, | como hace en casos semejantes. 15Por eso tengo miedo de verlo, | pienso en ello y me espanto. 16Dios me ha acobardado, | me ha aterrorizado el Todopoderoso. 17¡Ojalá me perdiera en la tiniebla | y la oscuridad velase mi rostro!

24

1Si el Todopoderoso dispone de tiempos de juicio, | ¿por qué sus amigos no pueden preverlos? 2Hay gente que remueve linderos, | roban rebaños y los apacientan; 3se llevan el burro del huérfano, | y en prenda el buey de la viuda; 4echan del camino a los necesitados, | los pobres del país se esconden. 5Hay otros que, igual que los onagros, | viajeros de la estepa, | madrugan e inician su tarea, | en busca de la presa: | la estepa alimenta a sus crías. 6Recogen forraje en el campo, | rebuscan en la viña del malvado; 7pasan la noche desnudos, | sin nada de ropa que ponerse, | sin cobertor, a merced del frío. 8La lluvia del monte los empapa; | sin refugio, se agarran a las rocas. 9Hay quien arranca al huérfano del pecho de su madre | y toma en prenda al hijo del pobre. 10Andan desnudos, sin ropa; | hambrientos, acarrean gavillas. 11Prensan aceite en el molino; | sedientos, pisan en el lagar. 12Moribundos gimen en la ciudad, | ¡gritos de socorro de los heridos! | Pero Dios nada malo ve en ello. 13Otros son rebeldes a la luz: | desconocen sus caminos, | no frecuentan sus senderos. 14El asesino se levanta con el alba | para matar a pobres e indigentes; | por la noche se dedica a robar. 15El adúltero acecha entre dos luces, | y piensa: “No hay ojo que me vea”, | pues lleva embozado su rostro. 16De noche irrumpen en casas, | de día se cierran en ellas; | no saben lo que es la luz. 17Para ellos la mañana es tiniebla, | habituados al terror de la noche. 18Son broza arrastrada por el agua, | su heredad es maldita en la tierra, | nadie toma el sendero de su viña. 19Sequía y calor derriten la nieve, | y el Abismo se lleva a los pecadores. 20El seno materno los olvida, | los gusanos los encuentran sabrosos; | nunca serán recordados. | ¡Y se tala como un árbol la injusticia! 21Viven de la estéril que no concebía | y privan de bienes a la viuda. 22Aunque siga el poderoso en el poder, | aunque medre, su vida es inestable; 23Dios puede hacer que se sienta seguro, | pero vigila todos sus pasos. 24Se encumbra un momento y ya no existe; | se doblega como flor que se marchita, | se agosta lo mismo que una espiga. 25Esto es así, ¿quién me desmentirá, | quitando valor a mis argumentos?».

25

1Bildad de Súaj respondió así: 2«Él tiene un poder que sobrecoge, | impone la paz en las alturas. 3¿Quién puede contar sus tropas?, | ¿sobre quién no brilla su luz? 4¿Puede ser justo el mortal ante Dios, | o inocente el nacido de mujer? 5¡Si hasta la luna carece de brillo, | si a sus ojos no son puras las estrellas! 6¡Cuánto menos el mortal, un gusano, | el ser humano, que solo es una larva!».

26

1Job respondió así: 2«¡Qué bien sabes ayudar al débil, | socorrer al brazo sin fuerza! 3¡Qué bien aconsejas al necio!, | ¡con qué competencia asesoras! 4¿A quién se dirigen tus argumentos?; | ¿de quién procede tu inspiración? 5Las Sombras tiemblan de miedo, | se espantan el mar y sus moradores. 6El Abismo está desnudo ante él, | la perdición se halla al descubierto. 7Él tendió el septentrión sobre el vacío, | suspendió la tierra sobre la nada. 8Él cerró las aguas en las nubes, | para que estas no revienten con el peso. 9Él celó a las miradas su trono, | desplegando su nube ante él. 10Él limitó con un círculo las aguas | en la frontera de la luz y las tinieblas. 11Las columnas del cielo se conmueven, | espantadas cuando él las amenaza. 12Sosegó el mar con su poder, | con su ingenio machacó a Rahab. 13Su aliento desplegó los cielos, | su mano traspasó al Dragón Huidizo. 14Esto es solo un fleco de sus obras; | de él nos llega tan solo un susurro. | El estruendo de su poder, ¿quién lo captará?».

27

1Job continuó con su discurso: 2«Vive Dios, que me niega mi derecho; | el Todopoderoso, que me llena de amargura: 3mientras siga respirando, | con el aliento de Dios en las narices, 4mis labios no dirán mentiras, | ni mi boca pronunciará falsedades. 5Lejos de mí daros la razón, | mantendré mi integridad hasta la muerte. 6Me aferro a mi justicia, sin soltarla, | sin reprocharme ninguno de mis días. 7Que mi enemigo resulte culpable, | y mi rival injusto en el juicio. 8¿Qué esperanza le queda al impío | cuando le cortan la trama de la existencia, | cuando Dios le arranca su vida? 9¿Escuchará Dios sus protestas | cuando se vea desbordado por la angustia, 10cuando implore el favor del Todopoderoso | e invoque a Dios de continuo? 11Os instruiré sobre el poder de Dios, | sin ocultar la verdad sobre el Todopoderoso; 12ahora bien, si lo habéis comprobado, | ¿a qué viene hablar sin sentido?». 13«Esto es lo que hereda de Dios el malvado, | la suerte que el violento recibe del Todopoderoso: 14si tiene muchos hijos, caerán bajo la espada, | su descendencia no se hartará de pan; 15la Peste enterrará a sus supervivientes, | sus viudas no los llorarán. 16Aunque apile plata como polvo, | y almacene ropa como barro, 17la almacenará, pero el justo la vestirá, | y el inocente disfrutará de la plata. 18La casa que edifique será como de guarda, | como la choza que construye un vigilante. 19Se acuesta rico, pero es ya el final; | abre sus ojos, pero ya no hay nada. 20Como riada, los terrores lo arrebatan, | la tormenta se lo lleva por la noche. 21El viento del Este se lo lleva en vilo, | entre torbellinos lo arranca de su casa; 22lo zarandea después sin compasión, | y en vano intenta evitar sus golpes. 23La gente aplaude por su ruina | y le silba al dejar su sitio.  

28

1Existen minas de plata, | lugares donde el oro se refina. 2El hierro se extrae de la tierra; | el bronce, de la roca fundida. 3Allí, en el límite de las tinieblas, | el hombre rastrea lo más hondo, | entre rocas oscuras y siniestras. 4Abre galerías lejos de los transeúntes, | olvidado, en lugares nunca pisados; | suspendido, lejos de los hombres. 5La tierra que produce alimentos | se trastorna con fuego subterráneo; 6sus piedras ocultan zafiros, | sus terrones tienen oro en polvo. 7El ave rapaz desconoce su sendero, | el ojo del halcón no lo divisa, 8no lo huellan las fieras arrogantes | ni siquiera lo pisan los leones. 9El hombre echa mano al pedernal, | descuaja las montañas de raíz; 10en la roca excava galerías, | vislumbra objetos preciosos; 11ataja los hontanares de los ríos | y saca lo oculto a la luz. 12Pero ¿dónde se encuentra la sabiduría?, | ¿dónde el yacimiento de la prudencia? 13El ser humano desconoce su camino, | no se encuentra en la tierra de los vivos. 14Dice el Océano: “No está en mí”; | responde el Mar: “No está conmigo”. 15No puede adquirirse con oro | ni comprarse a peso de plata; 16no se paga con oro de Ofir, | con ónices preciosos o zafiros; 17no la igualan el oro ni el vidrio, | ni se paga con vasos de oro fino, 18no cuentan el cristal ni los corales, | la Sabiduría vale más que las perlas; 19no la iguala el topacio de Etiopía, | ni se cambia por el oro más puro. 20¿De dónde se saca la sabiduría, | dónde se encuentra la prudencia? 21Se oculta a los ojos de las fieras | y se esconde de las aves del cielo. 22Muerte y Abismo confiesan: | “De oídas conocemos su fama”. 23Solo Dios encontró su camino, | él llegó a descubrir su morada, 24pues contempla los límites del orbe | y ve cuanto hay bajo el cielo. 25Cuando señaló su peso al viento | y definió la medida de las aguas, 26cuando impuso su ley a la lluvia | y su ruta al relámpago y al trueno, 27entonces la vio y la calculó, | la estableció y examinó a fondo. 28Entonces dijo al ser humano: | “Temer al Señor es sabiduría, | apartarse del mal es prudencia”».

29

1Job continuó así su discurso: 2«¡Si pudiera revivir el pasado, | cuando Dios velaba sobre mí, 3cuando su lámpara brillaba | por encima de mi cabeza, | y a su luz cruzaba las tinieblas! 4¡Aquellos días de mi otoño, | cuando Dios era un íntimo en mi tienda, 5cuando el Todopoderoso estaba conmigo | y me veía rodeado de mis hijos! 6Cuando lavaba mis pies en leche, | y la roca me daba ríos de aceite. 7Cuando salía a la puerta de la ciudad | y tomaba asiento en la plaza, 8los jóvenes, al verme, se escondían, | los ancianos se ponían de pie; 9los jefes dejaban de hablar, | tapándose la boca con la mano; 10enmudecía la voz de los notables, | se les pegaba la lengua al paladar. 11La gente que me oía me felicitaba, | quien lo veía luego lo confirmaba: 12pues yo libraba al pobre suplicante, | al huérfano carente de defensor; 13recibía la bendición del moribundo, | aliviaba el corazón de la viuda. 14La justicia era mi vestido, | me arropaba lo mismo que un manto, | y el derecho me servía de turbante. 15Yo era ojos para el ciego, | yo fui pies para los cojos; 16yo era padre de los pobres, | abogado de extranjeros. 17Rompía los colmillos del malvado | y arrancaba la pieza de sus dientes. 18Pensaba: “Moriré en mi nido, | prolongaré mis días como el Fénix, 19con mis raíces a la vera del agua | y el rocío nocturno en mi ramaje; 20mi prestigio irá progresando | y mi arco afianzado en mi mano”. 21La gente me escuchaba expectante, | callada, esperando mi consejo; 22nada añadían a mi intervención, | tenían mis palabras por rocío; 23me esperaban como a lluvia temprana, | boquiabiertos al agua de primavera. 24Les sonreía y apenas lo creían, | los animaba la luz de mi rostro. 25Les mostraba el camino y me ponía al frente; | lo mismo que un rey al mando de sus tropas, | yo los guiaba y se dejaban conducir.

30

1Ahora, en cambio, se burlan de mí | muchachos más jóvenes que yo, | a cuyos padres no habría permitido | estar entre los perros de mi rebaño. 2La fuerza de sus brazos no les servía, | carentes como estaban de vigor. 3Consumidos por el hambre y la miseria, | andaban royendo por la estepa, | de noche, en desolada soledad. 4Recogían armuelle entre las matas, | se alimentaban de raíces de retama. 5Expulsados de la vida en sociedad, | ahuyentados lo mismo que ladrones, 6vivían en taludes de barrancas, | en grutas y grietas de la roca. 7Lanzaban aullidos en la maleza, | apretujados debajo de espinos, 8¡gente canalla y sin nombre, | arrojada a golpes del país! 9Pero ahora me sacan coplas, | soy el tema de sus burlas; 10me aborrecen, me abandonan | y aun me escupen cuando paso. 11Dios me ha debilitado y afligido, | por eso me humillan sin reparo. 12A mi derecha se alza gente canalla | que hace que mis pasos vacilen, | que prepara la forma de exterminarme. 13Deshacen mi sendero, | trabajan en mi ruina, | nadie los detiene. 14Irrumpen por una amplia brecha; | erguido pido auxilio en la asamblea. 15Se desatan contra mí los terrores, | se llevan como aire mi dignidad, | como nube se esfuma mi prestigio. 16Entretanto mi vida se diluye: | me atenazan días de aflicción, 17la noche me taladra los huesos, | pues no duerme el dolor que me roe. 18Me agarra violento por la ropa, | me ahoga con el cuello de la túnica, 19me arroja por tierra, en el fango, | confundido con el barro y la ceniza. 20Te pido auxilio, y no respondes; | me presento ante ti, y no lo adviertes. 21Te has convertido en mi verdugo | y me atacas con tu brazo musculoso. 22Me levantas a lomos del viento, | sacudido a merced del huracán. 23Ya sé que me devuelves a la muerte, | donde todos los vivos se dan cita. 24¿No tendí yo la mano al afligido | que me pedía ayuda en la desgracia? 25¿No lloré por el que vive en la penuria?, | ¿no mostré compasión por el pobre? 26Esperaba la dicha, me vino el fracaso; | anhelaba la luz, llegó la oscuridad. 27Me hierven las entrañas sin cesar, | enfrentado a días de aflicción. 28Mi vida es sombría, sin sol; | pido auxilio, de pie, en la asamblea. 29Me he vuelto hermano de chacales, | comparto la amistad con avestruces. 30Mi piel ha quedado ennegrecida, | mis huesos arden por la fiebre. 31Mi lira está afinada para el duelo, | mi flauta acompaña a plañideros.

31

1Yo hice un pacto con mis ojos | de no fijarme en doncella. 2¿Qué suerte reserva Dios en el cielo, | qué herencia guarda el Todopoderoso en lo alto? 3¿No reserva la desgracia al criminal?, | ¿no le aguarda el fracaso al malhechor? 4¿No observa mi conducta?, | ¿no conoce mis andanzas? 5¿Acaso caminé con el embuste?, | ¿han corrido mis pies tras la mentira? 6Que me pese en balanza sin trampa | y así comprobará mi honradez. 7Si aparté mis pasos del camino, | siguiendo los caprichos de los ojos; | si se pegó alguna mancha a mis manos, 8¡que otro devore mi siembra, | que me arranquen mis retoños! 9Si me dejé seducir por mujeres, | acechando a la puerta del vecino, 10¡que mi esposa muela para otro, | que otros se acuesten con ella! 11Pues sería un caso de infamia, | sería una ofensa criminal: 12un fuego que consume hasta el Abismo, | que devora mis bienes de raíz. 13Si negué sus derechos al esclavo | o a la esclava, que pleiteaban conmigo, 14¿qué haré cuando Dios se levante, | qué diré cuando él me interrogue? 15¿No los hizo en el vientre como a mí?, | ¿no fue Uno quien nos formó en el seno? 16Si me cerré al pobre necesitado | o a la viuda consumida por el llanto; 17si comí el pan en soledad, | sin querer repartirlo con el huérfano 18(desde joven lo cuidé como un padre, | lo guié desde el seno materno); 19si vi a un transeúnte sin vestido | o a un pobre sin ropa que ponerse, 20y no me lo agradecieron sus carnes, | calientes con el vellón de mis ovejas; 21si alcé la mano contra el huérfano | cuando vi que el tribunal me apoyaba, 22¡que se me salga el hombro de la espalda, | que se me rompa el brazo por el codo! 23Me aterra que Dios me castigue, | nada puedo frente a su majestad. 24No puse en el oro mi confianza | ni llamé seguridad al oro fino; 25no me complacía en mi enorme riqueza, | en la fortuna amasada por mis manos. 26No miré al sol en su esplendor, | ni a la luna en su curso glorioso, 27para dejarme seducir en secreto | y enviarles un beso con la mano. 28También sería una ofensa criminal, | pues habría traicionado al Altísimo. 29No gocé con la ruina del enemigo, | ni me alegré cuando el mal lo abatió; 30ni permití que mi lengua pecara | deseando su muerte con maldiciones. 31Los hombres de mi casa dijeron: | “¿Quién no se ha saciado de su carne?”. 32Ningún forastero durmió en la calle, | porque abrí mis puertas al caminante. 33No oculté mi pecado como Adán, | ni escondí mi delito en mi seno, 34por miedo a la opinión de la gente, | por temor al desprecio de mi clan, | en silencio, sin salir de mi casa. 35¡Ojalá hubiera quien me escuchara! | ¡Aquí está mi firma, que responda el Todopoderoso! | ¡Que mi rival escriba su alegato! 36Entonces lo llevaría sobre el hombro | o ceñido como una diadema. 37Le daría cuenta de mis pasos, | saldría a su encuentro como un príncipe. 38Si mis campos protestan contra mí | y sus surcos lloran al unísono, 39por comer sus frutos sin pagarlos | y dejar sin aliento a los braceros, 40¡que en vez de trigo dé espinas; | en vez de cebada, ortigas!». Fin de las palabras de Job.

32

1Los tres hombres ya no respondieron a Job, convencidos de que era inocente. 2Pero Elihú, hijo de Baraquel, del clan de Ram, natural de Buz, se indignó contra Job, porque pretendía justificarse frente a Dios. 3También se indignó contra los tres compañeros, porque, al no hallar respuesta, habían dejado a Dios por culpable. 4Elihú había esperado mientras ellos hablaban con Job, porque eran mayores que él; 5pero, viendo que ninguno de los tres respondía, 6Elihú, hijo de Baraquel el buzita, intervino indignado con estas palabras: «Yo soy joven, vosotros ya viejos; | por eso, intimidado, dudaba | en exponeros a todos mi saber. 7Yo pensaba: “Que hable la edad, | pues los años enseñan sabiduría”. 8Pero en verdad hay un espíritu en el hombre, | la inspiración del Todopoderoso otorga inteligencia; 9pues los años no dan sabiduría, | ni la vejez entiende de litigios. 10Por eso, os pido que me oigáis, | pues quiero exponeros mi opinión. 11Esperé mientras vosotros hablabais, | escuchaba atento vuestras razones, | cómo perfilabais los argumentos. 12Me iba fijando con atención, | pero ninguno de vosotros rebatía a Job, | ninguno respondía a sus cargos. 13No digáis: “¡Dimos con la sabiduría! | ¡Que lo refute Dios, no los hombres!”. 14Dado que sus respuestas no me atañen, | no lo refutaré con vuestras razones. 15Ahí están, perplejos, sin respuesta; | sus argumentos los han abandonado. 16He esperado a que acabaran de hablar, | y ahí están, plantados, sin respuesta. 17Pero voy a hacer mi aportación; | expondré mi opinión, desde luego. 18Pues estoy repleto de argumentos, | preñado de un aliento incontenible. 19Mi vientre es un vino sin fermentar, | que revienta los odres nuevos. 20Hablaré y me quedaré tranquilo, | abriré mis labios para responder. 21Con nadie seré parcial, | no pienso adular a los hombres. 22Primero, porque no sé adular; | además, mi Creador me aventaría.

33

1Escucha, Job, mis palabras; | presta oído a mi discurso: 2Ya comienzo a abrir la boca, | mi lengua junto al paladar | empieza a formar palabras. 3Hablaré con corazón sincero, | con un saber aquilatado en mis labios. 4El soplo de Dios me formó, | el aliento del Todopoderoso me dio vida. 5Contéstame, si puedes hacerlo; | mantente firme frente a mí. 6Yo soy obra de Dios, como tú; | también modelado con arcilla. 7No va a trastornarte mi terror, | ni pienso ensañarme contigo. 8Tú declaraste en mi presencia, | (yo mismo oí tus palabras): 9“Soy puro, sin un delito; | soy inocente, sin culpa. 10Es él quien busca pretextos, | ¡me tiene por enemigo! 11Mete mis pies en el cepo, | vigila todos mis pasos”. 12Pues te digo que no tienes razón: | Si Dios es más grande que el hombre, 13¿cómo te atreves a acusarlo | de no atender a tus razones? 14Dios habla de un modo u otro, | aunque no nos demos cuenta: 15en sueños o visiones nocturnas, | cuando cae el sopor sobre el hombre, | cuando está dormitando en su cama. 16Abre entonces el oído del hombre | e inculca en él sus advertencias: 17para impedir que cometa una acción | o protegerlo del orgullo del hombre; 18para impedirle que caiga en la fosa, | que su vida traspase el canal. 19Lo corrige en el lecho del dolor, | con la agonía incesante de sus miembros, 20hasta que acaba aborreciendo la comida | y le repugna su manjar favorito; 21su carne se consume, desaparece; | sus huesos, que estaban ocultos, aparecen; 22su existencia se acerca a la fosa, | su vida al lugar de los muertos. 23Pero si tiene un ángel junto a él, | un abogado entre mil, | capaz de responder de su honradez, 24este pedirá piedad en su favor: | “Líbralo de bajar a la fosa, | pues he encontrado un rescate”. 25Entonces su cuerpo remozará, | volverá a sus días lozanos. 26Dios aceptará sus plegarias, | podrá ver su rostro con júbilo, | pues le ha devuelto su integridad. 27Luego cantará ante los hombres: | “Pequé y pervertí el derecho, | pero no me ha pagado como merecía. 28Me ha librado de bajar a la fosa, | mi existencia degusta la luz”. 29Dios suele hacer todo esto | una y mil veces al hombre, 30para librar su vida de la fosa | e inundar de luz su vida. 31Escucha, Job, hazme caso; | calla mientras expongo mis razones. 32Si tienes argumentos, refútame; | habla, que quiero darte la razón. 33Pero, si no los tienes, escucha; | calla y te enseñaré sabiduría».

34

1Elihú continuó de esta forma: 2«¡Escuchad, sabios, mis palabras; | prestadme atención los doctos!, 3pues el oído distingue las palabras | igual que el paladar los sabores. 4Decidamos, pues, lo que es justo; | dilucidemos nosotros lo que es bueno. 5Job dijo: “Soy inocente, | pero Dios me niega justicia. 6¿Voy a mentir sobre mi caso? | Me hieren de muerte sin culpa”. 7¿Hay algún hombre como Job, | que bebe sarcasmos como agua? 8Se hace acompañar de malhechores, | busca la sociedad de los malvados, 9y dice: “Nada se gana | buscando el favor de Dios”. 10Escuchadme, gente sensata: | ¡Lejos de Dios la maldad, | lejos del Todopoderoso la injusticia! 11Paga a los humanos según sus obras, | retribuye a los mortales según su conducta. 12Está claro que Dios no actúa con maldad, | que el Todopoderoso no pervierte la justicia. 13¿Quién le encargó del cuidado de la tierra?, | ¿quién le confió custodiar el universo? 14Si decidiera por cuenta propia | retirar su espíritu y su aliento, 15dejarían de respirar los vivientes, | volverían los humanos al polvo. 16Si tienes conocimiento, escucha; | presta atención a mis palabras. 17¿Podría gobernar quien odia el derecho? | ¿Condenarías al que es Justo y Poderoso, 18capaz de llamar a un rey “canalla”, | de tratar como bandidos a los nobles, 19que no tiene preferencias por los príncipes, | ni favorece al rico contra el pobre, | porque todos son obra de sus manos? 20Todos mueren de pronto, a medianoche; | los gobernantes se agitan y se esfuman, | cae el tirano, mas no por mano de hombre. 21Dios vigila el camino del hombre, | sigue atento todos sus pasos; 22no hay sombra ni espesa tiniebla | donde pueda esconderse el malvado. 23El hombre no decide el momento | de comparecer a juicio con Dios. 24Destruye a los poderosos sin indagar | y nombra a otros en su lugar; 25como conoce bien sus acciones, | los trastorna de noche y los destruye; 26les paga su maldad azotándolos | en un lugar donde la gente los vea, 27por haberle sido desleales, | por ignorar su modo de actuar, 28provocando ante Dios el grito del pobre, | haciéndole oír el grito del necesitado. 29Si guarda silencio, ¿quién lo condenará? | Si oculta su rostro, ¿quién podrá verlo? | Él vigila a hombres y países, 30para evitar que reine un impío | que tenga al pueblo sometido. 31Si alguien dice a Dios: | “Estoy equivocado; no lo haré más. 32Enséñame lo que no puedo ver. | No reincidiré si he hecho algo malo”, 33¿debería castigar Dios, en tu opinión, | cuando tú rechazas su criterio? | Tú debes decidir, no yo; | demuestra todo lo que sabes. 34Si la gente sensata me escuchara, | si los sabios me oyesen, dirían: 35“Job argumenta sin saber; | sus palabras no tienen sentido. 36Debería ser probado hasta el límite, | pues responde igual que los malvados; 37se empecina en seguir pecando, | vive tranquilo entre nosotros, | multiplica sus palabras contra Dios”».

35

1Elihú continuó de esta forma: 2«¿Crees que es justo decir: | “Llevo razón contra Dios” 3o afirmar: “¿Qué más te da?, | ¿qué saco con no pecar?”. 4Voy a refutar tus argumentos | junto con los de tus amigos. 5Contempla atento el cielo, | observa las nubes tan altas. 6¿Qué mal le haces a Dios pecando?, | ¿en qué le afectan tus muchos delitos? 7Si eres justo, ¿qué le das?, | ¿qué recibe de tu mano? 8Tu maldad afecta a mortales como tú; | tu honradez, a los seres humanos. 9La gente protesta duramente oprimida, | pide socorro ante el poder del tirano; 10pero no dice: “¿Dónde está mi Hacedor, | que llena la noche de cantos de júbilo, 11que nos enseña por las bestias de la tierra | y nos educa por las aves del cielo?”. 12Hay quien protesta, pero él no responde, | por culpa del orgullo de los malvados. 13Y así, Dios no escucha falsedades, | el Todopoderoso no presta atención. 14Mucho menos cuando dices: “No lo veo, | le he expuesto mi causa y espero”. 15Pero ahora que no estalla su cólera | ni parece darse cuenta del delito, 16Job abre su boca y echa viento, | alargando un discurso sin sentido».

36

1Elihú siguió diciendo: 2«Sé paciente, que acabaré convenciéndote; | que quedan argumentos en favor de Dios. 3Espigaré mi saber en el pasado, | demostraré que es justo mi Creador. 4Mis palabras no son falsas, desde luego; | ante ti tienes ciencia consumada. 5Dios es poderoso y no vacila; | poderoso y de firmes decisiones. 6No permite vivir al malvado, | sino que hace justicia al afligido; 7no aparta sus ojos del justo: | los pone junto a reyes, en sus tronos, | los entroniza y exalta para siempre. 8Pero si él los sujeta con cadenas | y los ata con cuerdas de aflicción, 9es para denunciar sus acciones, | sus delitos nacidos del orgullo; 10les hace escuchar su advertencia, | les emplaza a dejar el pecado. 11Si escuchan y se muestran dóciles, | la prosperidad colmará su vida, | el bienestar acompañará sus años; 12si no escuchan, cruzarán el canal; | morirán repletos de ignorancia. 13Los de corazón impío, | almacenan para sí la ira de Dios, | y no claman cuando él los encadena; 14mueren en plena juventud, | su vida termina en la adolescencia. 15Pero salva al afligido con la aflicción, | lo instruye mediante el sufrimiento. 16Te sacaría de las fauces de la angustia | a un lugar sin aprietos, espacioso, | a una mesa con platos sustanciosos. 17Pero tu pleito es propio de un culpable, | el pleito y el derecho te obsesionan. 18No te dejes seducir por la riqueza, | ni un soborno sustancioso te engañe: 19nada valdrá ante la angustia | todo el poder de tus riquezas. 20No suspires porque llegue la noche | en que la gente desaparece de su sitio. 21Cuidado con reincidir en la maldad, | que por ella probaste la aflicción». 22Dios es sublime y poderoso, | ¿qué maestro se le puede comparar?, 23¿quién podrá determinar su conducta?, | ¿quién puede acusarle de obrar mal? 24Acuérdate de ensalzar sus obras, | que todos los hombres cantaron; 25todo el mundo las contempla, | los mortales las perciben de lejos. 26Dios es poderoso, incomprensible; | no se pueden contar sus años. 27Atrae hacia sí las gotas de agua, | las filtra de su fuente como lluvia, 28la lluvia destilada por las nubes, | que riega a toda la humanidad. 29¿Quién conoce la extensión de su nube, | o el fragor que retumba en su tienda? 30El Altísimo despliega su relámpago, | que ilumina las raíces del mar. 31De este modo alimenta a los pueblos, | les regala sustento en abundancia. 32Oculta el relámpago en sus manos, | lo dirige directo hacia el blanco. 33El Altísimo habla con su trueno, | su cólera provoca la tormenta.

37

1Ante esto tiembla mi corazón, | que salta fuera de su sitio. 2Escuchad bien el fragor de su voz, | el estruendo que sale de su boca; 3suelta su rayo bajo el cielo | y alcanza los confines de la tierra; 4ruge tras él su voz, | atruena con voz majestuosa; | después de escuchar su voz, | ninguno puede rastrearla. 5Su voz atruena prodigiosa, | hace maravillas que ignoramos. 6Manda a la nieve que caiga a la tierra, | y al aguacero que llueva fuerte; 7así frena el trabajo de los hombres | para que todos conozcan sus obras. 8Las fieras se retiran a sus cubiles, | se quedan ocultas en sus guaridas. 9La tormenta sale de su cámara, | traen el frío los vientos del norte; 10sopla Dios y se forma el hielo, | se congela la superficie del agua. 11Carga las nubes de humedad, | el nubarrón dispersa su rayo, 12que gira de uno a otro lado, | alrededor, guiado por él, | para cumplir así sus órdenes | por toda la superficie del orbe: 13y servir bien como azote | «hasta en su tierra» o bien como favor. 14Escucha esto tranquilo, Job; | piensa en las maravillas de Dios. 15¿Sabes cómo manda Dios | que el rayo fulgure desde su nube? 16¿Sabes cómo equilibra las nubes, | prodigio de inteligencia consumada? 17Tú, que te abrasas debajo de la ropa | cuando el solano aletarga la tierra, 18¿puedes tender como él el firmamento, | sólido como espejo de metal fundido? 19Enséñanos lo que hemos de decirle, | no podemos litigar a oscuras. 20¿Ha de ser informado cuando hablo?, | ¿hay que comunicarle lo que otro dice? 21En su momento, no se ve el sol, | pese a que brilla entre nubes; | pero cambia el viento y las disipa. 22Llegan del norte resplandores de oro, | en torno a un Dios de terrible majestad; 23no podemos llegar hasta el Todopoderoso, | sublime en poder y en equidad, | justo, no viola el derecho. 24Por eso, mortales, temedlo, | que él no teme a los sabios.

38

1El Señor habló a Job desde la tormenta: 2«¿Quién es ese que enturbia mis designios | sin saber siquiera de qué habla? 3Si eres hombre, cíñete los lomos; | voy a interrogarte y tú me instruirás. 4¿Dónde estabas cuando cimenté la tierra? | Cuéntamelo, si tanto sabes. 5¿Quién señaló sus dimensiones | (¡seguro que lo sabes!) | o le aplicó la cinta de medir? 6¿Dónde encaja su basamento | o quién asentó su piedra angular 7entre la aclamación unánime | de los astros de la mañana | y los vítores de los hijos de Dios? 8¿Quién cerró el mar con una puerta, | cuando escapaba impetuoso de su seno, 9cuando le puse nubes por mantillas | y nubes tormentosas por pañales, 10cuando le establecí un límite | poniendo puertas y cerrojos, 11y le dije: “Hasta aquí llegarás y no pasarás; | aquí se romperá la arrogancia de tus olas”? 12¿Has mandado en tu vida a la mañana | o señalado su puesto a la aurora, 13para que agarre la tierra por los bordes | y sacuda de ella a los malvados; 14para marcarla como arcilla bajo el sello | y teñirla lo mismo que un vestido; 15para negar la luz a los malvados | y quebrar el brazo sublevado? 16¿Has entrado por las fuentes del Mar | o paseado por la hondura del Océano? 17¿Te han enseñado las puertas de la Muerte | o has visto los portales de las Sombras? 18¿Has examinado la anchura de la tierra? | Cuéntamelo, si lo sabes todo. 19¿Por dónde se va a la casa de la luz?, | ¿dónde viven las tinieblas? 20¿Podrías conducirlas a su tierra | o enseñarles el camino de su casa? 21Lo sabrás, pues ya habías nacido | y has cumplido tantísimos años. 22¿Has entrado en los silos de la nieve | y observado los graneros del granizo, 23que reservo para la hora del peligro, | para el día de la guerra y del combate? 24¿Por dónde se dispersa el relámpago, | por dónde se difunde el viento del Este? 25¿Quién ha abierto un canal al aguacero | y una ruta al relámpago y al trueno, 26para que llueva en las tierras despobladas, | en la estepa no habitada por el hombre; 27para que empape el desierto desolado | y brote la hierba en el páramo? 28¿Tiene padre la lluvia?, | ¿quién engendra el rocío?, 29¿de qué seno sale el hielo?, | ¿quién da a luz la escarcha de los cielos, 30cuando el agua se endurece como piedra | y se cierra la superficie del Abismo? 31¿Puedes atar los lazos de las Pléyades | o soltar las riendas de Orión, 32hacer salir a su tiempo al Zodíaco, | guiar a la Osa y a sus crías? 33¿Conoces las leyes del cielo | y las haces cumplir en la tierra? 34¿Puedes ordenar a las nubes | que envíen sobre ti un chaparrón? 35¿Tienes de mensajeros a los rayos, | que vienen y te dicen: “A sus órdenes”? 36¿Quién dio sabiduría al ibis | o dotó de perspicacia al gallo? 37¿Quién cuenta las nubes con acierto | e inclina los cántaros del cielo, 38cuando el polvo se funde en una masa | y se pegan los terrones entre sí? 39¿Le cazas la presa a la leona | o sacias el hambre de sus crías, 40cuando se encogen en sus cubiles | o están al acecho en la maleza? 41¿Quién prepara al cuervo su comida | cuando sus crías graznan a Dios | y aletean alocadas por el hambre?

39

1¿Sabes tú cuándo paren las rebecas?, | ¿asististe alguna vez a las ciervas? 2¿Has contado sus meses de gestación? | ¿Sabes el tiempo en que paren, 3cuando, acurrucadas, paren a sus crías, | cuando echan fuera a sus hijos? 4Sus cachorros crecen sanos, | medran al aire libre, | se van y ya no regresan. 5¿Quién deja en libertad al onagro | o desatado al asno salvaje, 6a quien di la estepa por morada, | una casa en terreno salitroso? 7Se ríe del bullicio ciudadano, | no escucha los gritos del arriero. 8Busca su pasto en los montes, | rastrea cualquier cosa verde. 9¿Está el búfalo dispuesto a servirte?, | ¿pasará la noche en tu establo? 10¿Lo atarías al arado en el surco?, | ¿rastrillaría las navas tras de ti? 11¿Te fiarías de su enorme fuerza, | hasta cederle el peso de tus tareas? 12¿Le confiarías la cosecha del grano | y su acarreo después de la trilla? 13El avestruz aletea alegremente, | como si fuesen sus plumas de cigüeña. 14Pero pone sus huevos en el suelo, | los deja incubar en la arena, 15sin atender a que puedan pisarlos, | o a que una fiera salvaje los aplaste. 16Se muestra cruel con sus crías, | igual que si no fueran suyas; | no le importa fatigarse en vano. 17Es que Dios le negó sabiduría, | no le dio su porción de perspicacia. 18Mas, cuando se yergue encabritada, | se ríe del caballo y del jinete. 19¿Le das al caballo su brío?, | ¿le revistes el cuello de crines? 20¿Le haces saltar como langosta? | Su resoplido provoca terror, 21piafa poderoso en el valle, | se lanza impetuoso al ataque. 22Se burla impávido del miedo, | no retrocede ante las armas, 23aunque silben en torno las flechas, | o lanzas y venablos centelleen. 24Devora el espacio con furia y estrépito, | nadie lo sujeta al toque de trompeta; 25responde a la trompeta con relinchos, | barrunta de lejos la batalla, | el grito de guerra de los jefes. 26¿Enseñas a volar al halcón, | cuando despliega sus alas hacia el sur? 27¿Se cierne el águila a tus órdenes | y pone su nido en los picachos? 28Construye su hogar en la roca, | su refugio en crestas rocosas. 29Otea desde allí a las presas, | sus ojos de lejos las divisan. 30Sus crías se nutren de sangre; | aparece donde hay un cadáver».

40

1El Señor interpeló a Job: 2«¿Quiere el censor discutir con el Todopoderoso? | El que critica a Dios, que responda». 3Job respondió al Señor: 4«Me siento pequeño, ¿qué replicaré? | Me taparé la boca con la mano. 5Hablé una vez, no insistiré; | dos veces, nada añadiré». 6El Señor replicó a Job desde la tormenta: 7«Si eres hombre, cíñete los lomos; | voy a interrogarte, y tú me instruirás: 8¿Te atreves a violar mi derecho, | a condenarme por salir tú absuelto? 9¿Tienes el poder de Dios? , | ¿truena tu voz como la suya? 10¡Pues vístete de gloria y majestad, | cúbrete de fasto y esplendor, 11derrama la riada de tu cólera | y abate al soberbio con tu mirada; 12humilla con tu mirada al arrogante | y aplasta a los malvados donde estén; 13entiérralos juntos en el polvo, | venda sus rostros en la tumba! 14Entonces yo también te alabaré: | “Tu diestra te ha dado la victoria”. 15Contempla ahora a Behemot; | es mi criatura, como tú; | se alimenta de hierba, como el buey. 16Fíjate en la fuerza de sus lomos, | en el vigor de los músculos del vientre; 17empina su cola como un cedro, | se traban los nervios de sus muslos; 18sus huesos son tubos de bronce, | sus miembros son barras de hierro. 19Es la obra maestra de Dios, | su Hacedor lo amenazó con la espada. 20Los montes le pagan su tributo, | junto a él retozan las bestias. 21Se tumba debajo de los lotos, | oculto en el carrizal de la marisma; 22los lotos lo cubren con su sombra, | los sauces del río lo protegen. 23No teme que el río se desborde, | que un Jordán espumee en su hocico. 24¡A ver quién lo atrapa si él lo advierte, | o le perfora la nariz con ganchos! 25¿Pescarías con anzuelo a Leviatán?, | ¿sujetarías su lengua con cuerdas? 26¿Le pasarías un cordel por la nariz?, | ¿traspasarías su mandíbula con garfios? 27¿Te vendría con súplicas insistentes?, | ¿te aplacaría con suaves palabras? 28¿Firmaría un contrato contigo, | para ser tu siervo de por vida? 29¿Jugarías con él como con un pájaro?, | ¿lo atarías para diversión de tus hijas? 30¿Podrían subastarlo los pescadores | o ponerlo en venta los mercaderes? 31¿Le acribillarías la piel con arpones, | la cabeza con artes de pesca? 32¡Si le pones la mano encima, | no querrás recordar la batalla!

41

1La esperanza de atraparlo es ilusoria; | su sola presencia aterra; 2¡nadie intentaría provocarlo! | ¿Quién resistirá frente a él? 3¿Quién fue hacia él impunemente? | ¡Nadie bajo el cielo! 4Tendré que hablar también de su arrogancia, | de su palabra firme y su alegato. 5¿Quién atravesó su envoltura | y penetró por su doble coraza? 6¿Quién abrió las puertas de sus fauces, | rodeadas de dientes espantosos? 7Su lomo son hileras de escudos, | bien apretados y sellados; 8sus piezas tan unidas y trabadas | que ni el aire se filtra entre ellas; 9se sueldan unas con otras, | formando un sólido bloque. 10Su estornudo emite destellos, | sus ojos parpadean como el alba. 11Sus fauces escupen antorchas, | emiten chispas de fuego; 12de sus narices sale una humareda, | como caldero que hierve atizado; 13su aliento enciende carbones, | expulsa llamas por su boca. 14Su fuerza reside en su cuello, | ante él se estremece el espanto. 15Son compactos los repliegues de su carne; | soldados al cuerpo, ni se mueven. 16Su corazón es duro como roca, | resistente como piedra molar. 17Su majestad espanta a los dioses, | al oír su estrépito retroceden. 18No valen espadas contra él, | ni dardo, lanza o jabalina. 19El hierro le resulta paja, | madera podrida el bronce. 20No hay flecha que le haga escapar, | las piedras de la honda son tamo. 21Tamo le parece el mazo, | se burla del venablo que vibra. 22Su vientre son lastras afiladas, | que arrastra como trillo por el lodo. 23Hace hervir el fondo como olla, | convierte el mar en pebetero. 24A su espalda deja un surco luminoso, | una blanca cabellera en el abismo. 25Nadie se le iguala en la tierra, | pues es criatura sin miedo. 26Se enfrenta a todo lo arrogante, | es el rey de todas las bestias».

42

1Job respondió al Señor: 2«Reconozco que lo puedes todo, | que ningún proyecto te resulta imposible. | Dijiste: 3“¿Quién es ese que enturbia mis designios | sin saber siquiera de qué habla?”. | Es cierto, hablé de cosas que ignoraba, | de maravillas que superan mi comprensión. | Dijiste: 4“Escucha y déjame hablar; | voy a interrogarte y tú me instruirás”. 5Te conocía solo de oídas, | pero ahora te han visto mis ojos; 6por eso, me retracto y me arrepiento, | echado en el polvo y la ceniza». 7Cuando el Señor terminó de decir esto a Job, se dirigió a Elifaz de Temán: «Estoy irritado contra ti y contra tus dos compañeros, porque no habéis hablado rectamente de mí, como lo ha hecho mi siervo Job. 8Por tanto, tomad siete novillos y siete carneros, dirigíos a mi siervo Job, ofrecedlos en holocausto, y él intercederá por vosotros; yo haré caso a Job y no os trataré como merece vuestra temeridad, por no haber hablado rectamente de mí, como lo ha hecho mi siervo Job». 9Elifaz de Temán, Bildad de Súaj y Sofar de Naamat hicieron lo que había ordenado el Señor, y el Señor mostró su favor a Job. 10Cuando Job intercedió por sus compañeros, el Señor cambió su suerte y duplicó todas sus posesiones. 11Vinieron a visitarlo sus hermanos y hermanas, junto con antiguos conocidos; comieron con él en su casa, le dieron el pésame y lo consolaron de la desgracia que el Señor le había enviado. Cada uno le regaló una suma de dinero y un anillo de oro. 12El Señor bendijo a Job al final de su vida más aún que al principio. Llegó a poseer catorce mil ovejas, seis mil camellos, mil yuntas de bueyes y mil borricas. 13Tuvo siete hijos y tres hijas: 14la primera se llamaba Paloma; la segunda, Acacia; y la tercera, Azabache. 15No había en todo el país mujeres más bellas que las hijas de Job. Su padre las hizo herederas, igual que a sus hermanos. 16Job vivió otros ciento cuarenta años, y conoció a sus hijos, a sus nietos y a sus biznietos. 17Murió anciano tras una larga vida.

       

  Job, Antiguo Testamento. Los sufrimientos que pasó Job, hombre justo y temeroso de Dios.